sábado, 30 de agosto de 2008

Desenmascarando.

Los medios de comunicación escrita, super plus ultra a todo color y en el mejor papel o un modesto folleto que intenta comunicar, son siempre una expresión de vida en una comunidad. Quien escribe una nota, un artículo, una crónica, una columna de opinión o cualquier otro texto, tiene el deber de pensar y el deber de pensar en los lectores. En su honor cuidará los detalles, desde la gramática hasta el estilo, desde el contenido hasta los matices de su discurso, desde la extensión hasta la decisión de acompañar o no a las palabras con imágenes, desde el rigor histórico, si fuera necesario, hasta consignar la fuente de una cita por mínima que sea.Pero he aquí un dilema: la calidad formal y estética de lo escrito ¿puede robarle intensidad a lo que se quiere expresar? ¿Está por encima del sentido de lo escribible (si se nos permite el neologismo), volviendo obsecuente, obediente, indulgente y cómplice a quien firmare la nota? Quizás haya que preguntarse si el mejor y más elevado modo de expresarse puede o no estar al servicio de opiniones irreverentes y del tratamiento de temas tabú, develando de las sombras del silencio y el olvido a cuestiones cotidianas a las que nos acostumbramos y naturalizamos, al extremo -muchas veces- de normalizar la injusticia. Hay un punto, la convergencia de dos coordenadas, en el que la elección ética del autor se pone en juego. Podrá suceder con heroísmo, a lo tilingo, con mediocridad, con estilo, con más o menos sabiduría, por el honor, por dignidad, por dinero, por placer, por amor, por aburrimiento, por ansias de fama, por vicio, porque sí, pero tiene siempre en sus manos una decisión que es indefectiblemente política. Es una pena que la corrupción haya llegado también a la palabra, malversándola, oscureciéndola, y que entonces sea usual confundir lo "político" con lo "partidario".Estamos obligados por nuestra condición de humanos a honrar la inteligencia, la creatividad, lo cualitativo por sobre lo cuantitativo, la belleza por sobre la decoración que estandariza el gusto, la palabra por sobre el silencio infinito, la evolución por sobre el embrutecimiento, la vida por sobre el mercado.Estaremos presentes en esta columna una vez por mes, desenmascarando, hurgando en lo inquietante, en lo urticante, en lo ofensivo, en lo irritante. Para la próxima, los Derechos de los Niños y las Niñas.

Kolectivo Plural Mayestático

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